El torneo de la facultad se ha tornado más intrincado de lo que se pensaba, de acuerdo a las expectativas que el Real Mandril vislumbraba. El equipo se nutrió con refuerzos que habían generado nuevos aires y esperanzas de superarnos e imponer nuestra presencia por sobre el resto, luego de más de 3 participaciones en la competición. Sin embargo, seguimos cayendo en errores que ya conocemos, los cuales traen consecuencias también conocidas por todos, a saber: desorden táctico que deriva en goleadas en contra que nos desesperan y se vuelven incontenibles, y como consecuencia, la duda de no saber si vamos a pasar de ronda.
Ese fue un panorama muy superficial, que más que nada refleja nuestros últimos resultados en el presente torneo (1-3 vs La Banda y 1-9 vs Insalubres) pero también podemos hablar de los desacuerdos internos, que por suerte se quedan en insultos dentro de la cancha; después el tema de las inasistencias a los partidos es algo que nos sigue perjudicando, sumando además que el pelotudo ignorante que toca el silbato (ni siquiera da para decirle árbitro) nos juega siempre en contra. Estos detalles nos han situado históricamente en cómodas posiciones en la rueda de perdedores, pero la preocupación no pasa por el pasado, que mal que mal algunas cosas hemos resuelto, pero hoy tenemos un presente, con posibilidades matemáticas, pero que se están truncando por nosotros mismos. Tenemos un equipo con un enorme potencial, con defensores con mucho timming y determinación, y delanteros potentes y difíciles de marcar, entre otras características. Todos tenemos cualidades técnicas que suman a la construcción de un buen equipo. Entonces, ¿donde está el defecto entre tanto virtuosismo? Mi visión como integrante y socio fundador de la institución es que lo actitudinal nos está costando la cabeza. La iniciativa de Adrián es muy ponderable, porque tenemos que aceptar que sin contacto constante con el fútbol no podemos pretender estallar en la cancha los fines de semana. Por lo tanto tenemos que llegar a un acuerdo y juntarnos para conocernos mejor como compañeros de equipo. Con esto, se pueden clarificar cosas, como la funcionalidad de algunos miembros, que si se lo requiere tiene que entrar en juego y cumplir con su papel, para eso se designó un hombre que tiene jerarquía en las decisiones técnicas y que de afuera lo ve mejor. Esto viene (opinión personal) a que la última vez la línea defensiva se improvisó durante un tiempo, lo cual nos costó goles rivales (algunos por mi culpa, lo acepto), pero quiero poner de manifiesto que si un defensor hubiese tomado mi puesto, hubiese sido menos trágico. Me responsabilicé y pedí el cambio, pero la respuesta de afuera fue una negativa y la imposición de un esquema que nos terminó de hundir en la segunda etapa. Lo que pido entonces es que construyamos entre todos, que tenemos sapiencia para idealizar este deporte. Debacles como la última no tienen que pasar de nuevo. Pasamos a la fase de ganadores en el puesto 15 sobre 16, pero sabemos bien que somos más que eso, y equipos como el último rival están por debajo de nuestro nivel. Si bien, todos concordamos en que faltó certeza en los últimos metros, no fue lo único defectuoso. Comparto la visión de Gonza en esto: es mejor haber fallado y ser críticos ahora y no cuando las chances se hayan consumado definitivamente. Crezcamos como equipo, descifremos definitivamente en que fallamos y en como podemos solventarlo para potenciar nuestro juego. Somos muchos los que sostenemos esta mística mandrilera desde hace tiempo y queremos el éxito de una vez por todas. Entonces mi sugerencia es: seamos responsables yendo a los partidos, buscando el funcionamiento ideal entre todos y respetándolo en los 60 minutos.
Esa fue mi opinión (a la cual adhiere el colega Horacio Castro). Se reciben críticas de la índole que les parezca, no callen muchachos. Estamos a tiempo de remontar, y como dicen los hermanos ecuatorianos: “sí se puede”.
Atentamente: su servidor, Facu.
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